Adiós a un par de cueros


Karen Cancinos

Colom y Espada deben permanecer en el país: nada de convenientes “ofertas en el extranjero”.

Hasta nunca, Incompetente. Hay que reconocer que Álvaro Colom es atrevido. Porque se necesita cuero duro para haberse dado un 8 sobre 10 (calificación que sí merece pero en la escala de Richter, dijo alguien). Encima, anuncia tan fresco que piensa irse del país para ser nada menos que “consultor” en “temas de seguridad regional”. Algo parecido dijo Alfonso Portillo cuando iba para afuera. Ya sabemos cómo paró.

“Tengo varios ofrecimientos en organismos internacionales…”, afirmó El Incompetente esta semana. ¿Solo eso? ¿Por qué no lo fichan también como galán de Hollywood para filmar “El divorciado tristón”, y así se deshacen de Ralph Fiennes, quien por hacerla de “El paciente inglés” y personificar a “El jardinero fiel” cobra millones? Quizá por su expresión siempre al borde las lágrimas y su figura larguirucha, Colom piensa que le sientan bien los papeles románticos y las tramas de nostalgia y desamor. Hay que ser ridículo.

No cabe duda de que a este hombrecito, junto con el decoro, durante estos cuatro años de desgobierno que para bien de todos terminan mañana, también se le fueron por el desagüe el sentido de la realidad y, además, casi 3 mil millones de nuestros dineros. Esto último es grave, razón para asegurarnos de que no se largue tan convenientemente justo ahora. De muchas cosas tiene que dar cuenta, aunque sea solo él, porque su ex, a estas alturas, muy probablemente anda ya bastante lejos de estos rumbos y no alcanzaremos a que nos cuente cuánto su familia progresó.

Hasta nunca, Desvergonzado. Fue muy evidente desde el principio de este estropicio, que Rafael Espada fue usado en campaña para darle una pátina de confiabilidad a la propuesta populachera de la UNE. Muy bonachón y todo, pero tuvo que haberse dado cuenta de que siempre se le consideró al interior de ese “partido” como una mera comparsa, una figura de papel.

El editorial de un matutino analizó hace unos pocos días su desempeño pero, a mi juicio, el autor fue en demasía benevolente al pintarlo como un “caballero” que se equivocó y a quien no le permitieron trabajar. Yo pienso que este médico otrora muy bueno, de hombre honrado que cometió un error de juicio y de caballero maniatado, nada. Es un desvergonzado quien abjura de su dignidad personal y de su talla profesional, y se dedica a jugar capirucho y simulador de aviones en su despacho vicepresidencial, mientras ante su cara la institucionalidad del país es roída groseramente y la infraestructura nacional se cae en pedazos, pues el presupuesto para mantenimiento es tragado por la corrupción y la politiquería.

Espada no puede alegar que no sabía lo que ocurría mientras Guatemala era tomada por asalto por los Torres Colom. Otra cosa es que nada haya hecho para evitarlo. Sacó cuero, aceptó alegremente su condición de comodín, se casó con una joven (en comparación con él), y mes tras mes, durante cuatro años, tomó su nada despreciable cheque a cambio de hacer y decir nada. De ser nada. La verdad es que da un poco de pena, igual que otro sujeto sin honor, colega de Espada por cierto, que según él acabaría su carrera profesional con broche de oro, presidiendo el Legislativo. Eduardo Meyer se llama.

Espero que ambos se queden en el país, aunque sea para recibir las miradas de desprecio de sus conciudadanos.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día viernes 13 de enero 2012.