¡Uhmmmmm, la OEA!


POR PEDRO TRUJILLO

La VI Cumbre de la OEA descubrió la fragilidad del sistema interamericano. Los participantes no han sido capaces de consensuar una declaración conjunta. No es que las anteriores sirvieran para mucho, pero al menos se guardaban las formas firmando compromisos que nadie asumía, pero que ahí quedaban. En esta ocasión ni siquiera eso, y es que lo que no sirve no vale, aunque tampoco haya nada mejor para echar mano cuando se hace necesario. Los temas que hicieron desaparecer la pluma de la firma fueron la no participación de Cuba en estas reuniones y el reclamo de las islas Malvinas.


Este último es legítimo, aunque me parece que imposible, sobre todo por aquello que se esgrime cuando interesa, como es la “libre determinación de los pueblos”. La guerra de 1982 desnudó la ineficacia del sistema interamericano de defensa (TIAR) y no deberían extrañar a estas alturas las posturas que se adoptan, aunque los sureños están en su derecho de reclamar. El de Cuba, sin embargo, es mucho más patético, cínico o hipócrita, según se mire.

La adopción de la Carta Democrática Interamericana dejó claro que la democracia era la base necesaria para que los países americanos pudieran sentarse en ese club privilegiado de gobiernos. Cuba no lo es y consecuentemente no puede tener un espacio porque la contumacia de los Castro —y la criminalidad de sus acciones— hace que el gobierno de la isla carezca del apelativo democrático, algo que le puede ir sucediendo a otros, como Venezuela, razón por la que años atrás se cuestionaran el calificativo de “representativa” que le agregaron a la democracia en aquel pacto. Por ello, o se reconoce la Carta o se prescinde de ella y entonces podría estar presente Cuba o cualquier otra dictadura, pero mientras la Carta esté vigente simplemente la coherencia obliga a la exclusión.

Don Rafael Correa —igual que el imita monos de Ortega (o su esposa, que es la que manda)— decidió no participar. No es extraño. Se le cuestiona por despotismo en Ecuador y reúne cualidades suficientes —y mejores— para ser el sustituto de un Chávez que ya no está en condiciones de abanderar casi nada. La actitud del ecuatoriano se refleja en el desparpajo y en la autoridad con que impuso sus condiciones en la pasada cumbre de la ALBA, donde propuso alguna de las medidas de hecho que hoy cumple.

Es el perfecto aprendiz de su amo y, como tal, mucho más peligroso que el loco chavista, quien ni siquiera don Evo toma ya en cuenta. Es muy posible que en los próximos años se visualice toda una estrategia por querer asumir el protagonismo del venezolano, y aunque le falta la chispa de aquel, le sobra la mala leche y retorcimiento en los que incluso el golpista no es maestro.

Este puede ser, en teoría, el canto del cisne de la OEA. En la práctica seguirá existiendo porque no hay otro foro que aglutine a todos los países del continente, empeñados en ser iguales aunque la geografía es la única ciencia que comparte tal criterio. Esta cumbre es un punto de inflexión que indica el comienzo de otra era de la OEA, la de su congelamiento o polarización, nada nuevo por otra parte que no haya pasado en épocas anteriores.

El tema cubano y su frivolidad a la hora de abordarlo; el papel de Correa y la enfermedad de Chávez dirán si llegan impolutos al 2015 o hace ¡bum! antes, aunque no lo creo.

Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 17 de abril 2012.