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Descubierta en Cornualles una St. Austell con más de 100 años de antigüedad.


El pasado jueves 20 de marzo unos arqueólogos en Perranporth, Cornualles, estaban tratando de desenterrar el antiguo oratorio de St Piran de las arenas movedizas que lo cubren cuando de repente se encontraron una botella muy antigua de Walter Hicks Ale de la cervecería St. Austell.


Por lo visto la botella data de 1910 y como se ve en la foto fue sacada de la arena en perfecto estado. Como también se puede ver, el tapón de corcho posee una pieza metálica por encima con una esvástica, una característica propia de los primeros tapones de la cervecera que representa el símbolo sánscrito de la elaboración de cerveza y la fertilidad. Hasta la segunda guerra mundial este simbolo se encontraba en muchas de sus botellas pero con la llegada de la segunda guerra mundial y su adopción como una insignia con fines más siniestros fue retirada.


Según James Gossip, gerente del lugar y arqueólogo principal, la botella posiblemente fuera abandonada por un trabajador sediento cuando en 1910 se encerró el oratorio dentro de una estructura de hormigón para protegerlo de la arena y las olas. Posteriormente, en 1980, esta estructura fue retirada permitiendo que algunos objetos de aquellos trabajadores quedaran a la luz.


El archivista de la cervecera St Austell, Chris Knight (en la segunda foto), revela que en el fondo de la botella quedan restos de la cerveza original así que con un poco de suerte se podría saber qué cervezas jugaron un papel importante en la conservación del lugar.


Esta noticia y las fotos han sido tomadas de esta y esta fuente.


Arqueología cervecera etrusca. Entre yankies e italianos anda la cosa…


Aún tengo muy verdes las entradas de la escapada a Roma pero aún así hoy quiero compartir un post sobre una de las cervezas más curiosas que tomamos ese fin de semana. Hablo de Archeobirra Etrusca, una "cerveza" a la que le seguía el rastro desde que saliera al mercado en diciembre de 2012, una colaboración a tres bandas entre la estadounidense Dogfish Head, y las italianas Birra del Borgo y Baladin, que cada cual llamó de un modo: Birra Etrusca (DFH), ArcheoBirra Etrusca (BdB) y Etrusca (Baladin).

Botellas de B. del Borgo, Baladin y Dogfish Head.

En marzo de 2012 Sam Calagione viajó a Roma con Patrick McGovern, arqueólogo e investigador con quien ha desarrollado la mayoría de sus Ancient Ales (serie de la que os hablé por aquí). Allí se reunieron con Leo di Vincenzo (Birra del Borgo) y Teo Musso(Baladin) con quienes hablaron de la posibilidad de recrear las bebidas fermentadas que supuestamente habrían contenido unas vasijas de 2800 años de antigüedad encontradas en unas tumbas etruscas en diferentes puntos de Italia.

Con las conclusiones extraídas elaboraron una bebida con cebada malteada de dos carreras o hileras (os lo dejo a vuestra elección…) y una variedad de trigo italiano muy antigua, además de harina de avellana, granadas, miel (de castaño y de flores silvestres), uvas pasas, raíz de genciana, resina de mirra... Un batiburrillo como para no aburrirse.

Los implicados en el proyecto.
Foto tomada del blog de B. del Borgo.

Para añadir más complejidad todavía Dogfish fermentó su lote en un recipiente de bronce, Baladin en barricas de madera y Birra del Borgo en ánforas de terracota. Finalmente utilizaron una cepa de levadura muy antigua (de unos 1500 años) proporcionada por el profesor Duccio Cavalieri, del centro de investigación Emund Mach en San Michele all'Adige.

Ánfora en la cual fermentó la cerveza B. del Borgo.
Foto tomada de aquí.

Con todo lo dicho anteriormente podéis imaginar la ilusión que me hizo encontrarla en una tienda de Roma así que para disfrutarla como merecía, una cerveza con tanta historia (y bastante cara, todo hay que decirlo…) había que tomarla en un lugar también emblemático por lo que elegimos los alrededores del Coliseo.


En cuanto a la cerveza (por llamarla de algún modo) a penas formaba espuma y ésta rapidísimamente desaparecía, ofreciendo un color naranja intenso y una viva carbonatación. En nariz destacaban recuerdos ácidos y al mismo tiempo dulzones como de miel, fruta y también de fondo frutos secos, un punto herbal y especiado. Realmente peculiar. En boca poseía bastante carbonatación, la cual cortaba una sensación inicial algo densa que recordaba a un mosto dulce, aunque rápidamente hacía su presencia una marcada acidez, recuerdos a limón, manzana, pera, algo terrosos y especiados también pero que no sabría definir muy bien y un final bastante seco. En conclusión, una Sour Ale muy peculiar, muy refrescante y compleja que merece la pena probar aunque por el precio hay muchas otras "sour" más asequibles y también muy interesantes.

Aún asumiendo que es más que posible que los etruscos no bebieran exactamente esta bebida, el solo hecho disfrutar de un pequeño sorbo de historia mientras admirábamos el Coliseo es una sensación difícil de describir y de la que guardo un muy buen recuerdo.

La cosa va de galos, romanos, cervoises y cómics…


Aunque últimamente no me sobran muchas horas, el blog es el blog y se me hace raro no publicar alguna entrada en más de una semana así que mientras encuentro ese equilibrio vital hoy quiero compartir con vosotros una noticia que mezcla varias de mis pasiones: cerveza, historia y cómic.

Todo viene porque recientemente una microcervecera del Québec llamada Temporale ha sacado al mercado una cerveza llamada Alesia, la cual rinde homenaje a un hecho histórico que unos cuantos conocimos mucho antes por la genial pluma de Uderzo y su obra Astérix que por esas toscas clases de Historia del instituto.

La preciosa botella. Foto de aquí.

Nos situamos en el año 52 a.C. Atrincherados en Alesia, Vercingétorix y los suyos aguantan como pueden la invasión romana. Tras dos meses de resistencia, los romanos terminan asediando Alesia y hacen prisionero a Vercingétorix, quien deja sus armas a los pies del César y es ejecutado seis años después en Roma.


Viñetas del genial Uderzo que hacen referencia a este hecho.
No creo que haga falta traducción… Tomado de aquí

A pesar del triste final, esta cervoiseen realidad pretende rendir homenaje a la valentía, resistencia y sed de libertad de aquellos galos con una receta y un método de elaboración que tienen más de 2000 años. Es por ello que la botella y su contenido son algo así como una máquina del tiempo que ha visto la luz después de 10 años de investigación literaria y numerosos trabajos arqueológicos por parte de un grupo comandado por Stéphane Morin.

Se trata de una cervoise celta, bebida alcohólica ancestro de nuestra cerveza actual y que prácticamente ha desaparecido en su forma original. La mayor diferencia entre la cervoise y la cerveza que conocemos es que primera no contiene lúpulo, dado que los conos de nuestra querida Humulus lupulus no se utilizaron hasta el siglo XII. Otra diferencia es que los galos usaban en su elaboración hierbas aromáticas y una buena cantidad de miel. Por ello, según Stéphane, esta bebida se parece más a un Sauvignon blanccítrico, vegetal, ácido y seco.

Representación de la elaboración de “cervoise” tomada de aquí.


Sin duda me haría tremendamente feliz conseguir una de esas botellas, así que ya sabéis Reyes Magos… Hasta entonces esperaré releyendo algunos clásicos ;).

Imagen tomada de aquí.