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Un fin de semana por Roma (II): Open Baladin y Donkey Punch.


Como bien reza el título, en esta segunda entrada de la escapada a Roma los protagonistas van a ser el Open Baladiny el Donkey Punch - Nel buco del mulo; uno más conocido, resplandeciente y ostentoso con su mega-barra de cervezas, y otro con un aspecto más humilde, pequeño y aparentemente sin tanto interés, pero en ambos casos muy recomendables.


Open Baladin.

Tras hacer un poco de turisteo por el bohemio Trastevere cruzamos el río Tíber para visitar este local situado muy cerca del antiguo gueto judío, a medio camino entre la piazza Navona y el Trastevere. Nos costó un poco encontrarlo ya que estaba en una calle muy tranquila, sin ningún cartel que lo anunciara, y las callejuelas colindantes, serpenteantes y poco luminosas, tampoco ayudaban.

Para que os hagáis una idea del nivel del local, detrás del proyecto se encuentran Teo Musso de Baladin, Leonardo di Vincenzo de Birra del Borgo (de ahí que ambas cerveceras estén ampliamente representadas), y también Gabriele Bonzi de Pizzarium.


Ya en sus entrañas me dejó asombrado su enorme barra con más de 40 grifos y las enormes estanterías de detrás, atestadas de botellas, con una estética muy cuidada y atractiva y cuya estructura se divisaba desde cualquier rincón del enorme local.


A pesar del gigantesco tamaño del local y que el ambiente era bastante animado, nos sorprendió gratamente que fuera más acogedor de lo esperado (quienes queráis más intimidad, ya de vuelta a casa vi que en la plata de arriba tienen varias salas un tanto decadentes pero con bastante encanto). En nuestro caso nos sentamos en la sala grande, en una mesa de los laterales, justo debajo de la pared tipo pizarra donde se anunciaban las referencias pinchadas en barril.

Fragmento de la bonita pared-pizarra.

No tardamos mucho en pedir una Birra del Borgo Re Ale (muy aromática, rebosante de cítricos, cuerpo ligero y muy bebible y refrescante) y una Birra del Borgo Prunus, elaborada como su Duchessapero con cerezas, con lógicos recuerdos a cereza y algo de ciruela también, acidez láctica nada agresiva y bien equilibrada (quizás incluso demasiado para quienes amamos las espontáneas más estridentes).

B. del Borgo Prunus y Re Ale.

Al rato pedimos la carta de comida y tras pedir recomendación nos decidimos por unas hamburguesas que tenían en una hoja aparte, bastante caras (14 euros) pero que me nos alegramos infinitamente de haberlas pedido puesto que terminaron siendo alucinantes, de las mejores que hemos comido nunca. Y ya se sabe, la calidad se paga y un día es un día…

Ma-ra-vi-llo-sas!

Además de las hamburguesas también nos pedimos unas alitas de pollo con salsa de Birra del Borgo Re Ale (realmente muy buenas) y un plato a base de mozzarella de Bufala con tomate (parecido a una ensalada Caprese pero sin albahaca). El queso también era de otro nivel, fresquísimo y con un sabor asombroso.


Para regar el ágape nos pedimos una Birrificio del Ducato Victoria IPA (muy floral y lupulada en nariz, tremendamente fácil de beber con unos insignificantes 3,5% de alcohol, pero algo falta de punchen boca) y Lambratte Quarantott (una doble IPA con la fruta tropical como protagonista, amargor persistente y final seco, bastante corpulenta pero muy rica).

Buenas cervezas con mejores hamburguesas.

Y tras asentar todo el festín cerramos velada con una Baladin Terre, una barleywine maravillosa envejecida en barrica de vino, muy dulce, con mucha presencia de caramelo, toffee, pasas, ciruelas, y un final larguísimo. También nos pedimos una Birra del Borgo Imperiale, una Imp. Russian Stout rebosante de torrefactos, cacao, café, un punto ahumado, corpulenta y con un final también largo. Esta Baladin es de las mejores cervezas de la casa que he probado y también una de las mejores italianas.

Foto muy mejorable, pero la Baladin Terre (derecha) tenía que aparecer.

Y con estos dos copones cerramos nuestra visita a este local cuyos puntos fuertes son su amplísima oferta de cervezas en barril (la mayoría de nivelazo) pero también la comida. En varios bares de Roma comimos muy bien (y eso que desgraciadamente no pudimos visitar uno de los más conocidos, el Bir&Fud, por estar cerrado por reformas), pero en Open Baladin la comida merece una mención a parte. Otro punto a destacar es que antes de la visita, y por las pocas fotos que quise ver, imaginábamos que sería un local más helado, con un ambiente incluso algo snob y para gente pudiente, y aunque estaba lejos de ser el Ma Che Siete, al final estuvimos realmente muy a gusto. En esa sensación también influyó que el personal, en particular la camarera que nos atendió, era bastante agradable y cercano.

Algo que no nos gustó fue que no se indicara el precio de las cervezas ni en la carta ni en la pizarra, algo sorprendente puesto que cada cerveza tenía auténticas notas de cata en la carta, lo cual ayudaba a elegir bien lo que querías, algo que he visto en muy pocos lugares. Aún así, por suerte la cerveza tampoco era tan cara dentro de lo que es el nivel estándar de la ciudad (según compruebo en el ticket, todas costaron 5 euros). Además, en la carta de comida si se indicaba el precio. Otro punto, el precio de la comida, quizás para alguien pueda ser algo negativo, pero por la enorme calidad y por el precio medio que se mueve en la ciudad al menos a mí no me parece ni mucho menos algo negativo.

Así que con todo no dudaría en recomendar muy mucho este local, por la variedad y calidad de cervezas pero también por la enorme calidad de la comida.


Donkey Punch / Nel Buco del Mulo.

Y para cerrar el post de hoy quiero hacerlo con un local situado cerca del Ma Che Siete, en pleno corazón del Trastevere, y que teníamos apuntado como opción de socorro para pillarnos algún bocadillo o sándwich de esos que uno suele tomar deprisa y corriendo cuando el dinero y/o el tiempo escasean. Y así fue como llegamos aquí.


Pero cual fue nuestra sorpresa cuando lejos de encontrarnos con un local de comida rápida en realidad se trataba de un pequeño templo con una carta de cervezas no muy larga pero sí muy cuidada, con bastantes referencias interesantes de micros italianas y también algunas craftestadounidenses o europeas.


Pero tampoco os voy a engañar ni quiero generaros falsas impresiones a quienes podáis visitarlo en un futuro. No se trata más que de un local minúsculo especializado en paninos, pero de verdad, su carta de cervezas en botella era muy destacable y llevan a esta “bocatería” un nivel más allá. De hecho, y sin saberlo, para beber nos pedimos una Lariano La Grigna porque nos hizo gracia el gato de su etiqueta, y ya de vuelta a casa nos enteramos que este año le habían dado el premio a la mejor lager en el Birra dell’Anno justo por encima de mi queridísima Birrificio Italiano Tipopils.

Cerrano jornada a base de paninos y birrotes... 

Además, la buena música (Led Zeppelin, ACDC…) y las pinturas y objetos en las paredes de grupos y cantantes como Freddy Mercury, Black Sabbath, Kiss, Jimmy Hendrix, Lynyrd Skynyrd… le daban un punto extra para quienes amamos este tipo música. Por si fuera poco, al final de la cuenta rezaba la siguiente frase: “let’s rock…” ;).


Así que también os recomiendo este local, por ejemplo tras una visita al cercano Ma Che Siete, ya que allí no sirven comida.


Un fin de semana por Roma (I): Ma Che Siete Venuti A Fà y Domus Birrae.


Hoy empiezo una serie de cinco entradas en las cuales espero poderos transmitir el riquísimo y envidiable panorama cervecero que bulle en Roma a día de hoy y así de paso daros unas cuantas razones para que os queráis escapar a la maravillosa ciudad eterna.

Ya sabéis que lo mío no es la brevedad pero aún así voy a intentar exprimir al máximo las experiencias vividas para que os quedéis con lo más destacable. Y es que os doy mi palabra de que todo lo que disfrutamos durante aquel mágico fin de semana de febrero podría dar sin problemas para 8 o 9 post… ;). Sin más espero que os guste.

Ma Che Siete Venuti A Fà.

El primer local del que quería hablar y sin duda el que más ganas teníamos de conocer en Roma. No en vano reservamos un hotel a escasos 100 metros de él para disfrutar tantas veces como nos fuera posible, y de hecho tras descargar los bártulos la primera parada fue precisamente este local, donde fuimos a tomar “una pintita rápida”…


El local era minúsculo, la entrada no debía superar los tres por tres metros, con una barra pequeñísima y varios taburetes. Al fondo y tras atravesar un estrecho pasillo tenían otra sala también pequeña y sin ventanas pero más acondicionada con varias mesas altas y también taburetes, con una tele gigantesca en la que ponían fútbol sin sonido para que se escuchara bien la buena música rock. Bajando unas escaleras tenían otra sala, más íntima si cabe, donde uno podía relajarse tomando unas buenas cervezas.

El fútbol en Ma Che Siete es una religión...

Y os preguntaréis qué tendrá este lugar tan minúsculo para que muchos lo consideren uno de los mejores locales del mundo. Y es que el no tener cocina, o poseer unas minineveras para las botellas o tener un número de grifos (16) inferior al de su “competencia” (Open BaladinBrasserie 4:20...), no parecen razones muy a su favor. Pero no hace falta más que estar un rato allí para darse cuenta del porqué.

Algunos de los barriles y las neveras.

Pero vamos con algunas de las cervezas degustadas de barril. Empezamos con Struise Weltkrieg, una sour ale versión de la Weltmerz con cerezas añadidas, tremendamente refrescante con solo 3% de alcohol. Realmente muy buena, muy ligera, con una marcada acidez pero bien compensada. La siguiente fue Montegioco Bran, rebosante de café, tabaco, regaliz y notas balsámicas, así como un punto de cacao, una textura sedosa muy agradable y una burbuja minúscula y maravillosamente integrada. Una gratísima sorpresa. Tan alucinados nos dejó esa Montegioco que la siguiente que tomamos, esta vez recomendados, fue Montegioco Mac Peated Ale, también de buen nivel, ligeramente ahumada y con recuerdos a turba, muy bebible y nada empalagosa, con una textura sedosa como la Bran. Y con esta dimos cerrada la visita matutina.

Montegioco Bran y De Struise Weltkrieg.
Rica, rica, esta Montegioco Mac Peated.

Coincidió que justo aquel fin de semana, más concretamente durante el sábado y el domingo, se celebraba un evento con las micros italianas Birra Stavio (a algunos quizás os suene de Mediona), Lambrate y Pontino, y varios grifos del local servían las cervezas de estas tres cerveceras. Pero no quiero extenderme mucho con las reseñas de las cervezas que probamos ya que esas tres se ven o se han visto por estos lares en barril o botella, así que solo por parecerme de un nivel realmente destacable no quisiera olvidarme de la Birrificio del Ducato Kiss Me Lipsia, una Gose con el peculiar toque salado del estilo, muy refrescante y ácida, con recuerdos a fruta tipo grosella, me gustó mucho; y por otro lado Extraomnes Tripel, una triple belga con el lógico alcohol evidente y algo especiada pero con el lúpulo europeo más protagonista de lo que suele ser habitual en el estilo.

Bien juntitas estas dos grandes:
Kiss Me Lipsia y Extraomnes Tripel.

¿Alguien quiere una cervecita? Pues a la cola...

Pero volviendo con el local, he de decir que antes de partir y cuando estábamos empezando a planear el viaje me sorprendió bastante leer una crónica en una conocida revista en castellano en la cual lo ponían como “muy sobrevalorado” al Ma Che Siete. Y digo que me sorprendió porque no hizo falta ni estar una hora sentado en uno de sus taburetes para comprobar que tantos halagos, premios y también recomendaciones de amigos eran sobradamente merecidas. Como decía un poco más arriba, el Ma Che Siete no tendrá tantos grifos como otros locales, pero ni falta que le hace… Por un lado quiénes están al otro lado de la barra conocen sobradamente lo que venden (de hecho hace ya unos cuantos años que Manuele montó aquel mítico Mare Di Birra en el que había muchas micros que aún a día de hoy empiezan a sonar por la Península). Pero dejando a un lado el nivel de quien atiende, si nos centramos en las cervezas podemos ver que destacan no pocas rarezas en botella y en cuanto a las referencias pinchadas de barril eran todas de nivelazo: Ghisa de Lambrate, 2 Late IPA de BrewFist, varias Rurale, un par de las británicas Moor… Y qué decir de sus grifos fijos, Birrificio Italiano Tipopils y también Bibock y la alemana Weihenstephan Vitus. Pero es que además continuamente pinchan cervezones de Struise, Siren, Närke

Esto si que es una lámpara... ;)

Así que en resumen, ni es el local más grande, espacioso o cómodo, ni tendrá los interiores tan cool como otros locales de la ciudad y tampoco tendrá tantas referencias en barril, pero todo eso se te olvida en un instante por las personas que están a su cargo, por su selección cuidadísima de cervezas y por el ambiente que se vive dentro y fuera del local. De hecho el Ma Che Sietese sitúa en pleno corazón del que para mí es el mejor barrio de Roma, el bohemio Trastevere. Así que para quienes puedan tener algún tipo de duda sobre él desde ya os digo que las dejéis a un lado porque el Ma Che Siete juega en otra liga. Eso sí, pendiente me queda volver en alguna fecha que no haya ningún evento de por medio, ya que por interesantes que puedan ser esos tapover o meet-the-brewer, nunca termino de disfrutar como me gustaría del local y de quienes lo llevan, y en este caso además al ser tan pequeño no te quedaba otra que beber en la calle si no querías sentirte como una sardina enlatada.


Domus Birrae.

Si el Ma Che Siete es una institución dentro y fuera de Roma, Domus Birraees otro local maravilloso que debería ser ejemplo para muchos.


Se trata de una tienda situada muy cerca de la estación central de trenes, Termini, y sus interiores impactan a cualquiera por novel o experimentado que se sea. Lógicamente se encuentra muy especializado en la amplísima variedad de las micros italianas (en su web se puede ver que tienen más de 260 cervezas italianas pertenecientes a más de 50 micros…), pero también tiene bastantes referencias belgas y estadounidenses, y en menor medida también británicas, danesas, holandesas… con varias ediciones especiales y limitadas.

Uno de sus grandes méritos, al igual que el Ma Che Siete, es que fueron los primeros en trabajar marcas que hoy en día nos parecen tan comunes, tanto de micros europeas como sobretodo estadounidenses. Y solo por eso ya merecen mi más completa admiración.

Otro punto que me sorprendió muy mucho a parte de su extensísimo catálogo fue el propio local en sí mismo, gigantesco, con varias zonas separadas por unas pequeñas escaleras. Nada más entrar a la derecha tenían una zona con ¡6 neveras! con más de 200 referencias diferentes, con lo que eso supone de cara a la buena conservación de las cervezas. Pese al gasto que les pueda suponer me parece un esfuerzo que les honra y les sitúa en el olimpo de los buenos locales. Y además, conozco pocos bares con esa oferta en nevera…

¿Tienda o bar? Sin duda es alucinante...

Más al fondo, tras bajar unas escaleras situadas frente a la entrada, estaban las demás referencias, algunas italianas, pero sobretodo del resto de Europa y estadounidenses.

Un rinconcito muy italiano.

Quizás el único punto en contra, aunque más que del propio local diría que en general de la cerveza en Italia, fueron los precios. La mayoría de las referencias tenían un coste de 4 o 5 euros, y no pocas superaban con facilidad los 8 o 9 euros, algo sorprendente ya que en muchos bares (Ma Che Siete, Open Baladin, Brasserie 4:20…) tenían las pintas entre los 4 y 6 euros, lo cual me lleva a pensar que esta tienda es algo más cara de lo habitual.

A continuación os dejo la compra que hicimos, algunas recomendadas y otras que no dudamos en pillarlas nada más verlas. De izq. a dcha: BrewFist Heimdall; Birra del Borgo/Dogfish Head/Birra Baladin Archeobirra; Montegioco Garbagnina; Extraomnes & Stillwater Migdal Bavel; BrewFist & Prairie Spaghetti Western; Birra del Borgo & Gänstaller Re Alt; Stavio Doc Brown Bock y Rurale Scarliga.


Y entre tantas y tan buenas cervecitas (ya os comentaré qué tal cada una en el post final) doy por cerrado el primer roundcon dos de los “nuevos veteranos” del panorama cervecero romano de calidad, enormes por muchas razones y que sin duda recomendaría mil y una veces su visita.

Viaje por Baviera (10): Se acabó lo que se daba…


Con esta décima entrada doy por finalizada la serie de posts sobre el viaje que nos tuvo casi dos semanas por tierras bávaras allá por el ya lejano mes de julio. En el tintero se quedan algunas visitas interesantes pero espero que con las nueve entradas anteriores os hayáis hecho una pequeña idea de las maravillas que aguarda esta región. Además, como sabéis, tengo pendiente contaros las batallitas vividas por Roma y también se acerca la temporada fuerte de festivales por lo que había que empezar a pensar en cortar sí o sí ;).

Así que en esta entrada quiero resumir en varios puntos aquellas visitas que considero imperdibles y algunas cervezas que quedarán para la posteridad, además de otras experiencias que vivimos no tan cerveceras y también recomendables. Pero antes de todo eso quería hacer una pequeña reflexión.

Y es que si algo percibí por cualquier punto de Baviera, por turístico o tranquilo que este fuera, es que la cerveza forma parte de su cultura sin acaparar el protagonismo, aunque en algunos casos la impresión para quienes la vemos desde fuera y sin llegar a rascar más allá de la superficie sea precisamente la contraria. Quizás una explicación sea el tiempo y el recorrido de tantísimas de sus cerveceras, varias de las cuales llevan casi un milenio elaborando. O puede que sea por el precio irrisorio que tienen por allí las cervezas (es raro de ver alguna referencia de 50cl. por encima de 1 euro en cualquier getränkemarkt), lo cual evita que la gente las considere un producto gourmet como si ocurre por aquí con demasiada frecuencia. O quizás tenga que ver con el carácter alemán, más dado al respeto y a actitudes comedidas que a las efusividades extremas, más propias de aquí y que nos llevan a modas demasiado efímeras. O más que posiblemente sean estas y muchísimas otras razones, pero lo cierto es que allá por donde hubiera cerveza (biergarten, festivales…) la gente daba la sensación de congregarse con la excusa de quedar para lo que fuera y de paso tomar unas buenas cervezas pero no al revés. Por ello cuando veo los saraos que montamos alrededor de la cerveza obsesionados con llevar por el buen camino a los pobres descarriados o leo frases como que por estos lares no existe cultura cervecera no acabo de estar del todo de acuerdo. La cultura existe aunque cierto es que labrada con cervezas de una determinada calidad que todos conocemos y aunque es cierto que ni por número de cerveceras ni por antigüedad podemos compararnos en casi nada con Alemania, en el fondo tampoco veo tanta diferencia en la actitud de mucha gente frente a la cerveza. Otra cosa es que queramos ejercer de jueces de calidad y nos parezca más molón tomarnos pale aleso sour ales envejecidas en barrica en un lugar con tropecientas referencias que tomarse unas cañas en cualquier bar de la esquina.

Por ejemplo en Mediona, el alma máter de la que han bebido tantas ferias posteriores, tiene un aire especial, y por muchos elaboradores presentes que haya y por muchas novedades que se presenten, allí lo más importante es el buen ambiente y pasarlo bien y no ir únicamente a probar “cosas raras”. Pasan los años y por suerte no hay cambio. Ni creo que deba haberlo. Y esa sensación es la misma que tuve por esos lugares auténticos de Alemania, lejos de su archiconocida Oktoberfest. Así que confío que dentro de veinte años, cuando el panorama por aquí empiece a estar algo más maduro, cuando se pueda ir a cualquier ciudad y uno pueda tomar cerveza de calidad sin que eso sea una novedad o un hecho al que debamos prestar más atención de la estrictamente necesaria, cuando los freaks, raters, beer geeks y demás “bichejos” seamos minoría, entonces, y solo entonces, seguirá habiendo cultura como ya la hay, pero con una mayor riqueza y diversidad.

Cervezas.

Podría escribir un post con decenas de referencias más que interesantes pero si tuviera que elegir solo cinco serían las siguientes (una va con trampa… ;) ):

- Augustiner Hell vom Holzfass. Si en botella es maravillosa, esta Helles cítrica y herbal tirada por gravedad de barricas de madera es algo celestial, mucho más seca y leñosa pero también bebible y adictiva.


Schneider TAP 5 Hopfenweisse de barril. En botella esta weizen lupulada es una delicia, pero en barril está más cerca de cualquier elaboración yankie lupulada tremendamente bebible y equilibrada. Ah, y corta los grasientos platos bávaros como un cuchillo…

- Las cervezas en Franconia. Sería injusto dejarme alguna de las cervezas que tomamos por Bamberg o Nürnberg ya que salvo alguna excepción casi todas las cervezas franconas tenían un nivel alucinante, eligieras la fábrica o el estilo que eligieras… Los días que visitamos esta región me di cuenta de porqué merece la pena viajar hasta aquí y el sinsentido que es la exportación en según qué casos. Palabra, si tenéis ocasión, perderos por aquí un par de semanas.


- Spezial Ungespundete. Aunque Bamberg sea parte de Franconia esta cerveza merece una mención especial. Hecha por la única cervecera de Bamberg que junto con Schlenkerla elabora rauchbier, pero esta joyita de temporada, elegantemente lupulada, me robó el corazón. Majestuosa.


- Weltenburg Asam Bock de barril. Tomar esta deliciosa doppelbock fuera de la fábrica es una maravilla, pero hacerlo de barril en un lugar tan emblemático y con tanta historia como lo es la abadía de Weltenburg no tiene comparación. Sorprendentemente equilibrada sin que ello merme su complejidad.



Lugares cerveceros para el recuerdo.

- Biergarten del Hirschgarten(Munich). Se trata de uno de los biergarten más grandes de Alemania, con asientos para ¡8000! personas, pero aún así tienes la sensación de estar tan o más tranquilo que en ningún otro lugar, rodeado de ciervos y árboles. Sin duda este lugar tiene una magia especial, y si encima puedes tomar la maravillosa Augustiner Hell de barrica…

- Weisses Brauhaus (Munich). En este local que aloja el restaurante de la Schneider Weisse, en pleno centro de Munich, fue donde nos dimos uno de los mejores ágapes de todo el viaje. Por ambiente, comida y cervezas, posiblemente una de las cinco mejores experiencias.

Tremendo este plato cocinado con Schneider Aventinus...

- Spezial (Bamberg). Schlenkerla se lleva casi siempre la palma al hablar de rauchbier, pero esta pequeña cervecera y su restaurante en Bamberg, merecen como poco recibir los mismos halagos si no más…

- Gänstaller (cerca de Bamberg). Cervezas buenísimas, ambiente auténtico sin nada de turisteo, comida de dioses, trato familiar… Como diría aquel, un local TOP!

- Augustiner Bräustüberl (Munich). El restaurante que Augustiner tiene pegado a la mismísima fábrica. Oler a mosto y a lúpulo en un local situado a pocos minutos del centro de Munich mientras comes copiosas raciones en mesas comunales con gente ataviada con ropajes tan sugerentes como también estrafalarios es algo que recomendaría mil y una veces.

Para qué complicarse con los exteriores teniendo lo que hay dentro...

- Landbierparadies (Nürnberg). Posiblemente la mejor tienda de Baviera, especializada en elaboraciones franconas, prácticamente ninguna conocida por estos lares y con un personal amable y dispuesto a recomendarte ante una vastísima oferta. Ah, y los precios, como en Alemania en general, por los suelos…

- Abadía de Weltenburg. Por las deliciosas cervezas, la belleza del entorno, la paz que se respira, la comida… Sin duda entre Weihenstephan, Ettal, Andechs y alguna más, esta es la abadía cervecera donde mejor lo pasamos.

- Hopfenland. Poner los pies en la tierra sagrada del lúpulo alemán es una experiencia inolvidable.


Más allá de la cerveza…

Como no solo de cerveza vive el hombre, aquí van algunos sitios con encanto que nos gustaron mucho.

- Munich. Esta ciudad tiene algo especial, quizás porque el nivel de turismo no sea tan grande como en otras ciudades europeas, o por su enorme calidad de vida, su seguridad… Aunque ya la conocíamos de otro viaje, callejear por su centro y visitar sus preciosas iglesias es una delicia. Y para cuando estás harto de tanto turismo o quieres montarte un picnic, es una gozada poder tener a dos pasos del centro un jardín como el Englischer Garten, un remanso de paz gigantesco.

- Mittenwald y lago Eibsee. Por el sur de Baviera todo transcurre a otro ritmo, y tanto por la belleza de sus casas y pueblos, como por los maravillosos parajes que los rodean, este enclave es de auténtico cuento.

- Berchstesgaden y Königsee. Esta región situada en el extremo sureste de Baviera, rodeada por Austria, es una preciosidad. Para los adeptos de la historia, aquí esta el famoso nido de águilas en el que veraneaba Hitler. Para quienes gusten de la naturaleza, este lago gigantesco tiene varias rutillas para hacer senderismo. Una región para quedarse una semana entera sin salir de ella.

- Nürnberg. Una de las más gratas sorpresas del viaje ya que siendo la segunda ciudad en habitantes de toda Baviera, no imaginaba encontrarme con un ambiente tan acogedor y un centro histórico tan bello. Además, tendréis que visitar esta ciudad si queréis comer las mejores salchichas de toda Baviera.



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Por si hay alguien que se haya perdido con tanta entrada, aquí va un resumen con los enlaces:
1. München. Hirschgarten, Weisses Brauhaus, Augustiner, Hofbräuhaus, Ayinger, Löwenbräu, Getränke Oase…
2. Nürnberg. Landbierparadies, Hütt’n, Alstadthof Hausbrauerei, Goldenes Posthorn, Café Wanderer…
3. Salzburgo. Stieglkeller, Urban Keller…
4. Regensburg. Spitalbrauerei, Historische Würstküche, Kneitinger Brauerei, Furstliches Brauhaus, Getränkemarkt Frizzz… 
6. Bamberg. Schlenkerla, Ambräusianum, Klosterbräu, Spezial, Fäsla…

Y esto ha sido todo. Espero que hayáis disfrutado leyendo las entradas ni que sea una décima parte de lo que yo lo he hecho rememorándolas. Ahora os animo a todos a que os escapéis a Munich o cualquier otro punto de Baviera ya que no hay nada como verlo in situ para daros cuenta de la grandeza en todos los sentidos de esta región. Y por último solo me queda dar las gracias a Diego por aguantarnos todo ese tiempo, por darnos cobijo y por las cervezas y momentos compartidos. Sin ti, todo esto no habría sido lo mismo.


Prost!

Viaje por Baviera (9): Oberland, Ettal y Mittenwald.


Hoy quiero compartir con vosotros la penúltima entrada (me parece escuchar de fondo unos cuantos resoplidos de alivio... ;-) ) del viaje a Baviera del pasado verano. Y es que aunque en primera instancia quería unir el contenido de este post con el anterior, ya que la visita a la abadía de Ettal no tenía mucha chicha por ella misma, lo cierto es que tanto por el entorno que lo rodeaba como por los numerosos atractivos de la zona he creído mejor separarlo y montar un post individual para que así quien quiera montarse una excursión de un día al sur de Baviera tal y como hicimos nosotros lo pueda hacer, aunque esto signifique publicar un post menos cervecero de lo habitual.

Estuvimos de excursión varios días el sur bávaro pero hoy únicamente me quiero centrar en la visita que hicimos un 23 de julio por el Oberland, en el sur de la región de Alta Baviera (Oberbayern), concretamente por los distritos de Weilheim-Schongau y Garmisch-Partekirchen. Aquí se encuentran dos pueblecitos de cuento, Oberammergau y Mittenwald, rodeados ambos por bellos prados oteados a su vez por las omnipresentes cumbres nevadas alpinas, y todo ello atravesado por la maravillosa Alpenstrasse, la carretera que discurre por los alpes bávaros y que hace las delicias de quienes amamos conducir (aunque no tengamos un BMW cono en el anuncio... ;) ). Y lo mejor es que este edén también tiene varios atractivos cerveceros pero para conocerlos deberéis seguir leyendo.

Mapa tomado y modificado de aquí.

Tras travesar prácticamente toda la región de Alta Baviera llegamos a nuestro primer destino del día, la Wieskirche, una iglesia en medio de bonitas praderas onduladas (de hecho en alemán significa precisamente “iglesia en la pradera”) y cuyo título de Patrimonio de la Humanidad atrae, y merecidamente, a numerosos visitantes.

Si esto os gusta, los interiores son aún mejores…

Tras contemplar sus maravillosos interiores rococó proseguimos hasta un pequeño pueblecito llamado Oberammergau, ya en el distrito de Garmisch-Partekirchen, ya que los maravillosos lüftlmalerei, los frescos que adornan las fachadas de numerosas casas, merecían mucho la pena.


Un paseo tranquilo por sus calles de buena mañana y cuando las previsibles hordas de turistas aún no habían llegado fue algo realmente placentero, pero si a esa visita matutina le sumáis comer cualquier delicia de la primera bäckerei que os encontréis, el gozo se multiplica exponencialmente.

 Ya sé donde quiero retirarme de mayor...

Tras recorrer el pueblo de punta a punta proseguimos nuestra escapada para llegar a Ettal, donde nos esperaba el primer destino cervecero del día, la Klosterbrauerei Ettal. Pero antes de nada tocaba visitar la abadía que da nombre a la cervecería y donde moran los monjes cerveceros.

Siempre da gusto ver tanta variedad a la entrada de un pueblo…
Por fuera...

... y por dentro.

Tras la visita nos fuimos al Klosterbräu Restaurant, donde nos dimos un buen homenaje regado con sus cervezas, una de las razones por las que quisimos montar una ruta por estos lares. Empezamos pidiendo Benediktiner, una weiss servida de barril bastante más maltosa de lo habitual, con un punto cítrico y un ligero amargor como contrapunto. Seguimos con una Pils refrescante, ligeramente herbal y un punto amargo, y su Dunkel, también de barril, con muy buen aroma, acaramelada, ligero toffee y regaliz así como algo herbal.


Terminamos con su Doppelbock esta vez en botella, cerveza valorada en Ratebeer con un sorprendente 98, algo que para nada es habitual entre las alemanas. En este caso ofrecía los esperables recuerdos a caramelo y también caramelo quemado, un punto de café, con una entrada aparentemente liviana pero que fue de menos a más a medida que tomaba temperatura. De esas cervezas que con un sorbo podría pasar desapercibida pero que con tragos consecutivos revela su auténtica grandeza. Por ponerle un pero, quizás el punto excesivo de carbonatación.

Rica doppelbock...

Maravillosa esta ternera (Münchner Tellerfleisch)
con salsa de rábano picante.

En este punto teníamos dos opciones, o bien continuar hacia el suroeste y visitar el Schloss Linderhof (uno de los palacios del “demente” Luis II) o bien seguir hacia el sur hasta Mittenwald, y como de iglesias y palacios ya íbamos bien servidos nos decantamos por la segunda opción.

Así que después de travesar numerosos y bucólicos valles llegamos por fin a Mittenwald, un pequeño pueblecito fronterizo con Austria, enclavado en medio de montañas y de bosques como bien desvela su nombre.

Aunque no es ni de lejos una de sus mejores calles,
me gusta este rincón con los Alpes de fondo…

Aquí tuvimos una de esas revelaciones maravillosas que todo viajero espera encontrar y que dan un aire especial a todo viaje, y es que en este lugar parecía haberse detenido el tiempo. Más allá de las bellísimas casas, adornadas con mayor cantidad de lüftlmalerei si cabe que en Oberammergau (aunque por lo visto en este último son de mayor calidad…), el ambiente de cuento era verdaderamente cautivador, pese al turismo. El perfecto lugar para irse a vivir y desconectar del mundanal ruido de las ciudades.

Tras pasear de nuevo por sus laberínticas calles llegamos al segundo destino cervecero del día, la Brauerei Mittenwald, en la salida sur del pueblo y a menos de 500 metros de Austria.


Alojado en uno de esos típicos edificios de montaña hechos con piedra, pizarra y sobretodo mucha madera por dentro y por fuera, se situaba el Post Keller, un restaurante pegado a la fábrica de cerveza y único lugar donde por lo visto sirven sus cervezas sin filtrar.

Pedimos primeramente su Leichtes (light), una rubia ligerita que nos sorprendió muy gratamente ya que de normal todas las light me suelen generar pavor, así que cumplió sobradamente la función de refrescar el gaznate con un lúpulo herbal bastante marcado. Seguidamente probamos una Kellerbier bastante atípica, ni muy turbia ni demasiado cerealosa y nuevamente bastante subida de lúpulo. Terminamos con una Märzen, acarameladita pero nada empalagosa nuevamente por el destacable lúpulo cítrico y herbal. Tres cervezas muy bebibles que sin ser sobresalientes tampoco se les puede echar mucho en falta para disfrutarlas.

Leichtes, Keller y Märzen.

Tras terminarnos la Märzen fuimos a una pequeña tiendecita de la fábrica situada en un lateral entre el restaurante y la cervecería. Aquí compramos numerosas botellas de su amplio portafolio a un “carísimo” precio de entre 0,65 y 0,80 euros la botella de 50cl. Ver para creer, como en cualquier getränkemarktalemán.

En este punto teníamos previsto disfrutar de un pequeño sendero en una garganta llamada Partnachklamm que empieza cerca de las famosas pistas de esquí de Garmisch-Partekirchen y que discurre por dentro de la montaña aprovechando el camino excavado por el río, pero desgraciadamente algo así como una tendinitis que me estuvo atormentando un pie durante gran parte del viaje impidió la rutilla. Así que improvisamos y nos fuimos a nadar al Eibsee, un lago glaciar situado a 1000 metros de altura, a los pies de la montaña más alta de toda Alemania, el Zugspitze. Y en este maravilloso enclave natural nos improvisamos un picnic a media tarde con unas cervecitas que llevábamos en la neverita del coche, cerrando así una jornada menos intensa en lo cervecero que otras anteriores pero que disfrutamos enormemente.