No funcionó el registro


POR JORGE JACOBS A.

En Guatemala se está haciendo una campaña muy fuerte para instaurar un registro de celulares bajo el argumento de que este servirá para reducir la criminalidad y las extorsiones. Casualmente, la semana pasada derogaron un experimento similar en México —el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Renaut)—, por su total fracaso en lograr esos mismos propósitos, con el agregado de que ahora todos están preocupados por lo que pueda pasar con los datos personales en el registro. ¿Por qué seguir insistiendo en algo que no funciona?

Desde que se planteó aquí la posibilidad de establecer el famoso registro, yo me opuse a la idea. Mi oposición se basa en varios principios, siendo el más importante la defensa del derecho que todos tenemos a la privacidad. Existen muchas razones por las cuales cualquiera de nosotros quisiera salvaguardar su privacidad, siendo la principal, en una sociedad como la guatemalteca, irónicamente, la seguridad.

Digo irónicamente porque quienes promueven el registro aducen razones de seguridad, pero si este se instala las posibilidades de que se use en nuestra contra son mucho mayores que las de los riesgos de los que supuestamente nos libraría. Además de la seguridad, hay más razones, como el temor a persecuciones por diversas causas: políticas, ideológicas y, ahora, hasta fiscales, así como el simple, natural y muy legal deseo de la mayoría de las personas de mantenerse en el anonimato.

Si no me cree a este respecto, solo hay que ver el debate actual en México sobre los datos de más de 60 millones de mexicanos recopilados a la fuerza por el Renaut, que ahora no saben cuál va a ser su destino. Ya hay hasta rumores de una parte de la base de datos circulando por internet y que podría ser utilizada por el “crimen organizado” para extorsionar a muchos mexicanos. ¿Por qué no me extraña que suceda esto?

La otra razón es porque soy fiel creyente de que los problemas hay que atacarlos de raíz y no por las ramas. El problema de los robos de celulares y las extorsiones no es el “anonimato” de los usuarios de los celulares. La raíz del problema es la falta de certeza del castigo. Los criminales saben muy bien que las posibilidades de ser atrapados, enjuiciados y condenados por sus delitos son tan bajas que no hay mucho riesgo en cometerlos. Esto no se soluciona registrando los celulares. Aún si este registro desincentivara a los criminales —que no lo hace, como mal lo comprobaron en México—, lo único que lograrían es cambiarles el objeto del delito.

Si realmente queremos reducir la criminalidad, a lo que hay que entrarle es a incrementar la certeza del castigo, y eso solo se resuelve a través de que funcionen mejor las instituciones de seguridad y justicia. No hay de otra.

La excusa de que por lo menos algo se logra mientras se resuelve el problema mayor no es válida. ¿Por qué se va a sacrificar al 99.9% de usuarios honestos de los celulares, poniéndolos en mayor riesgo —como también lo están comprobando ahora en México— porque las autoridades son incapaces de realizar sus funciones primordiales? Definitivamente el registro no es ni siquiera paliativo, no digamos solución.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libe", el día jueves 08 de marzo 2012.